Dios no solo abre caminos, también te enseña a caminar sobre las aguas!!

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A veces le pedimos a Dios que quite los problemas, que nos abra un camino donde no lo hay, que nos rescate de lo que duele. Pero hay momentos en los que Él no lo hace así… porque quiere enseñarnos algo más grande, a mantenernos firmes aun cuando todo parece hundirse. Caminar sobre las aguas no significa no tener miedo, significa confiar en medio del miedo. Es cuando las olas son altas y el viento es fuerte, pero aún así decides creer. Dios no siempre calma la tormenta de inmediato, muchas veces quiere mostrarte que, con fe, puedes atravesarla sin hundirte. Quizás no se trata de que se abran nuevas puertas, sino de aprender a caminar con fe sobre aquello que antes te hacía temblar. Porque mientras confíes, no habrá agua profunda que te hunda, ni viento fuerte que te derribe. ¿Y si esta vez Dios no quiere abrirte un camino, sino enseñarte a caminar sobre lo imposible?

AMOR NACIDO DE UN CORAZON PURO

Pero el propósito de nuestro  mandamiento es el amor nacido de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe no fingida.  1 Timoteo 1:5 VRV 1960 


Vivir de las apariencias fue el principal obstáculo que enfrentó Jesús en la gente de su tiempo. Los hombres no vemos lo que Dios ve. El conoce las profundidades del hombre y nada escapa a su mirada. Los hombres vemos lo que está delante de nosotros, pero Dios ve el corazón.  La hipocresía, la mentira, la fe fingida, la apariencia de piedad son desechadas por el Señor. 

Para ver a Dios necesitamos tener un corazón puro y una limpia conciencia. No basta con clamar a El; para conocerle y tener un encuentro cara a cara con su presencia, debemos ser hacedores de la palabra, buscándole en humillación, obedeciéndole y siendo fieles a sus preceptos contenidos en su Palabra.


                                   La Oración, Manos, Iglesia, Luz

Oremos, como el salmista David, diciendo: 

Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu.

Salmos 51:7



—PCG

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