Dios no solo abre caminos, también te enseña a caminar sobre las aguas!!

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A veces le pedimos a Dios que quite los problemas, que nos abra un camino donde no lo hay, que nos rescate de lo que duele. Pero hay momentos en los que Él no lo hace así… porque quiere enseñarnos algo más grande, a mantenernos firmes aun cuando todo parece hundirse. Caminar sobre las aguas no significa no tener miedo, significa confiar en medio del miedo. Es cuando las olas son altas y el viento es fuerte, pero aún así decides creer. Dios no siempre calma la tormenta de inmediato, muchas veces quiere mostrarte que, con fe, puedes atravesarla sin hundirte. Quizás no se trata de que se abran nuevas puertas, sino de aprender a caminar con fe sobre aquello que antes te hacía temblar. Porque mientras confíes, no habrá agua profunda que te hunda, ni viento fuerte que te derribe. ¿Y si esta vez Dios no quiere abrirte un camino, sino enseñarte a caminar sobre lo imposible?

Dale tiempo al tiempo

 
Hace tiempo leí un simpático relato que me hubiera gustado conocer mucho antes. Se titula «El caballo volador» y lo cuenta el escritor Bernard Man-delbaum.
Es la historia de un rey que condenó a muerte a uno de los súbditos del reino. Desesperado por salvarse, el hombre hizo una propuesta atrevida:
—Su Majestad, si me permite vivir enseñaré a volar a su caballo en el término de un año.
Al rey no le disgustó la idea, de manera que le concedió al hombre lo que pedía. Cuando los amigos del condenado a muerte le preguntaron por qué había prometido semejante barbaridad, el hombre explicó.
—Durante un año pueden suceder muchas cosas. El rey puede morir. O yo mismo puedo morir. Quizás el caballo muera. No sé… En un año, ¡hasta un caballo puede aprender a volar! (Choose Life, pp. 7, 8).
La respuesta del hombre puede causar risa, pero tiene su pizca de sabiduría. ¿Cuántas cosas pueden pasar en un año? Muchas. Por supuesto, cualquier cosa menos que un caballo vuele. Pero tanto el rey como el caballo podían morir, en cuyo caso el acuerdo perdería su vigor.
¿Qué nos enseña esta historia? Por lo menos dos cosas. Una tiene que ver con el valor del tiempo. Cuando enfrentamos situaciones difíciles, siempre que sea posible conviene «dar tiempo al tiempo». Ahora no vemos una solución al problema, pero ¿quién sabe? Como dicen por ahí, «amanecerá y veremos».
La otra enseñanza tiene que ver con nuestra actitud ante los problemas. Aunque la solución que el hombre de la historia propuso parecía una locura, su actitud era cualquier cosa menos negativa. Tenía todas las de perder, pero él esperaba que ocurriera lo mejor, no lo peor.
El camino de Dios es perfecto; la promesa del Señor es digna de confianza. —2 Samuel 22:31
¿Estás atravesando por una situación realmente difícil? Si ahora mismo están soplando vientos huracanados en tu vida, esta es mi sugerencia para ti: espera en Dios. Pide a tu Padre celestial que aumente tu fe para creer que, aunque ahora no ves una solución a tu problema, a su tiempo llegará. En otras palabras, Dios proveerá.
A fin de cuentas, ¿hay algo difícil para Dios?
Padre celestial, aumenta mi fe para creer que nada es imposible para ti. Y para confiar que, a su debido tiempo, mi problema se solucionará.

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Por Fernando Zabala (“Dímelo de frente”)

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