Dios no solo abre caminos, también te enseña a caminar sobre las aguas!!

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A veces le pedimos a Dios que quite los problemas, que nos abra un camino donde no lo hay, que nos rescate de lo que duele. Pero hay momentos en los que Él no lo hace así… porque quiere enseñarnos algo más grande, a mantenernos firmes aun cuando todo parece hundirse. Caminar sobre las aguas no significa no tener miedo, significa confiar en medio del miedo. Es cuando las olas son altas y el viento es fuerte, pero aún así decides creer. Dios no siempre calma la tormenta de inmediato, muchas veces quiere mostrarte que, con fe, puedes atravesarla sin hundirte. Quizás no se trata de que se abran nuevas puertas, sino de aprender a caminar con fe sobre aquello que antes te hacía temblar. Porque mientras confíes, no habrá agua profunda que te hunda, ni viento fuerte que te derribe. ¿Y si esta vez Dios no quiere abrirte un camino, sino enseñarte a caminar sobre lo imposible?

“Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” Hechos 1: 11.



Muchos están celebrando en este día la primera venida del Señor; volvamos nuestros pensamientos a la promesa de Su segunda venida.

Esta es tan cierta como el primer advenimiento, y deriva de ella una gran medida de su certidumbre.

Aquel que vino como un humilde hombre para servir, vendrá con seguridad para recibir la recompensa de Su servicio.

Aquel que vino para sufrir no se demorará en venir para reinar. Esta es nuestra gloriosa esperanza, pues compartiremos Su gozo.

Hoy nos encontramos en nuestra ocultación y humillación, de la misma manera que se encontró Él mientras estuvo aquí abajo; pero cuando Él venga, será nuestra manifestación al tiempo que será Su revelación.

Los santos muertos vivirán en Su aparición.

Los denigrados y los despreciados resplandecerán como el sol en el reino de Su Padre.

Entonces los santos se mostrarán como reyes y sacerdotes, y los días de su lamentación habrán llegado a un término.

El prolongado reposo y el esplendor inconcebible del reino del milenio serán una recompensa abundante ara las épocas de testimonios y de guerras. ¡Oh, que el Señor venga! ¡Él viene! Él viene en camino y se aproxima rápidamente.

¡El sonido de Su llegada ha de ser como música para nuestros corazones! ¡Que tañan las campanas de la esperanza!

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