Dios no solo abre caminos, también te enseña a caminar sobre las aguas!!

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A veces le pedimos a Dios que quite los problemas, que nos abra un camino donde no lo hay, que nos rescate de lo que duele. Pero hay momentos en los que Él no lo hace así… porque quiere enseñarnos algo más grande, a mantenernos firmes aun cuando todo parece hundirse. Caminar sobre las aguas no significa no tener miedo, significa confiar en medio del miedo. Es cuando las olas son altas y el viento es fuerte, pero aún así decides creer. Dios no siempre calma la tormenta de inmediato, muchas veces quiere mostrarte que, con fe, puedes atravesarla sin hundirte. Quizás no se trata de que se abran nuevas puertas, sino de aprender a caminar con fe sobre aquello que antes te hacía temblar. Porque mientras confíes, no habrá agua profunda que te hunda, ni viento fuerte que te derribe. ¿Y si esta vez Dios no quiere abrirte un camino, sino enseñarte a caminar sobre lo imposible?

Esta es la forma de estar seguro



“A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido.” Salmo 16: 8. 

Esta es la manera de vivir.

Con Dios siempre delante de nosotros, tendremos la más noble compañía, el más santo ejemplo, la más dulce consolación y la más poderosa influencia.

Esto debe ser un decidido acto de la mente, “he puesto”, y debe mantenerse como algo firme y establecido.

Tener siempre un ojo para el ojo del Señor, y un oído para la voz del Señor, es la condición correcta para el hombre piadoso.

Su Dios está cerca de él, llenando el horizonte de su visión, guiando el camino de su vida, y proporcionando el tema de su meditación.

¡Qué vanidades evitaríamos, qué pecados dominaríamos, qué virtudes exhibiríamos, qué gozos experimentaríamos si en verdad pusiéramos siempre al Señor delante de nosotros! ¿Por qué no?

Esta es la forma de estar seguro.

Si el Señor está siempre en nuestras mentes, llegamos a sentir seguridad y certeza por Su presencia tan cercana.

Él está a nuestra diestra para guiarnos y ayudarnos; y por esto no somos conmovidos por el miedo, ni la fuerza, ni el fraude, ni la veleidad.

Cuando Dios está a la diestra de un hombre, ese hombre está seguro de no ser conmovido.

¡Vamos, entonces, ustedes que son enemigos de la cruz! Acometanen mi contra como una furiosa tempestad, si quieren.

Dios me sostiene.

Dios permanece conmigo.

¿A quién temeré?

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