- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Hay tres secciones en este versículo. Primero, debemos hacer que la palabra de Cristo habite ricamente en nosotros. La palabra de Cristo se refiere a las enseñanzas de Cristo tal como se hallan en la Biblia. Al saturar nuestros corazones y mentes con Su santa palabra y buscar andar en obediencia a la misma, la palabra de Cristo está realmente en su casa en nuestros corazones.
El segundo pensamiento es que en toda sabiduría debiéramos enseñarnos y amonestarnos unos a otros. Cada cristiano tiene una responsabilidad para con sus hermanos y hermanas en Cristo en esta cuestión. La enseñanza tiene que ver con la doctrina, mientras que la amonestación tiene que ver con el deber. Debemos a nuestros hermanos compartir con ellos nuestro conocimiento de las Escrituras y buscar ayudar mediante un consejo práctico y piadoso. Cuando se da enseñanza y amonestación en toda sabiduría, podrán ser más fácilmente aceptadas que si hablamos con energía, pero sin sabiduría o sin amor.
Lo tercero es que deberíamos cantar con gracia en nuestros corazones al Señor, con salmos, himnos y cánticos espirituales. Salmos designa aquellas expresiones inspiradas que se encuentran en el libro de este nombre, y que eran cantados como parte del culto de Israel. Por himnos, en cambio, se comprenden los cánticos de adoración y alabanza dirigidos a Dios Padre o al Señor Jesucristo.
Pablo dice: «La palabra de Cristo habite ricamente en vosotros». En otras palabras, ser llenos del Espíritu y ser llenos de la palabra de Dios son ambos requisitos para vivir vidas gozosas, útiles y llenas de fruto. No seremos llenos del Espíritu a no ser que estemos saturados de la palabra de Dios; y el estudio de la palabra de Dios no será eficaz a no ser que rindamos lo más íntimo de nuestro ser al control del Espíritu Santo.
¿No podemos por tanto llegar a la conclusión de que estar lleno del Espíritu significa estar lleno de la palabra de Dios? No se trata de alguna misteriosa crisis emocional que nos sobrevenga en la vida, sino de alimentarse cada día de las Escrituras, meditando en ellas, obedeciéndolas y viviendo por ellas.
C. MacDonald
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Comentarios
Publicar un comentario