Dios no solo abre caminos, también te enseña a caminar sobre las aguas!!

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A veces le pedimos a Dios que quite los problemas, que nos abra un camino donde no lo hay, que nos rescate de lo que duele. Pero hay momentos en los que Él no lo hace así… porque quiere enseñarnos algo más grande, a mantenernos firmes aun cuando todo parece hundirse. Caminar sobre las aguas no significa no tener miedo, significa confiar en medio del miedo. Es cuando las olas son altas y el viento es fuerte, pero aún así decides creer. Dios no siempre calma la tormenta de inmediato, muchas veces quiere mostrarte que, con fe, puedes atravesarla sin hundirte. Quizás no se trata de que se abran nuevas puertas, sino de aprender a caminar con fe sobre aquello que antes te hacía temblar. Porque mientras confíes, no habrá agua profunda que te hunda, ni viento fuerte que te derribe. ¿Y si esta vez Dios no quiere abrirte un camino, sino enseñarte a caminar sobre lo imposible?

"Reflexión"

Corre con paciencia

La palabra de Dios dice “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:13-14 (RV-1960)
Nosotros luchamos por llegar a nuestra meta y alcanzar nuestro propósito en la vida, pero muchas veces dejamos la carrera por miedo, por lo difícil que es o porque hemos caído y no creemos que podamos levantarnos; pero esta última idea es muy falsa, aún existe una meta y podemos llegar.


En realidad, debemos aprender a correr hacia la meta con paciencia, aunque parezca contradictorio es la verdad. La perseverancia que tengas será un pilar importante para que puedas llegar a la meta.
Un claro ejemplo es el de esta gran deportista Gabriela Andersen, una mujer Suiza que corrió en 1984 en los Juegos Olímpicos en Estados Unidos. Pese a la terrible humedad y a la elevada temperatura, que estaba cercana a los 30ºC, 50 mujeres afinaban los últimos detalles y una de ellas estaba a punto de levantar la ovación más grande en la historia de los Juegos Olímpicos.
La posición 37 estaba a metros de llegar a la meta cuando Gabriela Andersen aparecía, el público se encontraba de pie asombrado y al borde del llanto, la atleta tenía paralizada la mitad de su cuerpo y aún seguía caminando con un solo sueño; llegar a la meta y que el trabajo de años por fin tuviera sentido.

Muchos pasaremos por un recorrido duro, difícil, que incluso nos marcará y lastimará, pero todo valdrá la pena porque al final llegaremos a nuestra meta y la corona de la Vida es la que nos espera como premio a nuestra perseverancia y paciencia en nuestra carrera.
No te des por vencido, sigue corriendo sin desmayar que lo que tienes por delante es mejor que cualquier trofeo.
Fuente:ministros

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